Arenal: quita alientos, recarga vibras.

Cada aspecto de la vida genera distintos tipos de sentimientos en cada uno de nosotros. Estoy más que segura de que esto es así, porque millones de veces le he preguntado a personas si sienten que se quedan sin aliento al ver paisajes específicos de la naturaleza. Si lo han sentido, entonces saben de lo que estoy hablando, y, en este caso, me refiero al Volcán Arenal.

Imponente, imperdible, gigante natural lleno de vida. Eso es el Arenal. Desde que vas por la carretera se puede ir viendo y definitivamente cada vez se va acercando más y más, dándote la bienvenida a su tierra, a sí mismo.

Lo extraño de este magnate es que hasta hace menos de 100 años era considerado una montaña, llamada Cerro Arenal. La primera vez que el humano en Costa Rica se enteró que aquel cerro definitivamente tenía mucho más que solo fauna y flora, fue sorpresivamente en el año 1968, arrasando con los pueblos de Tabacón y Pueblo Nuevo. Actualmente tiene 4 cráteres y la última vez que hizo erupción fue en el año 2010, a partir de este momento solo se observan emisiones de vapor de agua y gases.

Cuando llegas a La Fotrtuna, tierra de este estratovolcán, donde luego de casi no haber mucho local comercial en toda la carretera, hay un pueblo bastante grande, en comparación al resto. Son pocas calles llenas de restaurantes, touroperadoras, tiendas de souvenirs, extranjeros, la típica iglesia de todos los pueblos y él… él es la principal atracción de este sector turístico al noreste de Costa Rica, entre las provincias de Alajuela y Guanacaste.

Para llegar al lago, nuestro destino, es necesario atravesar este mundo increíble de curiosos de todas las partes del mundo, viendo algo creado por la naturaleza misma, algo que es imposible ignorar. El Lago Arenal es es un proyecto que hizo el gobierno en el año 1979 con el fin de crear una represa, que disminuyera los gastos. Cuando lo hicieron tuvieron que mudar todas las personas de dos pueblos de la zona, Tronadora y Arenal, los cuales se encuentran hundidos.

Al llegar al lago hay que atravesar un puente que es perfecto para increíbles fotos a toda hora del día, y perfecto también para brindarle un lugar de encuentro a muchísimas personas, tanto locales, como turistas, para disfrutar hablando y apreciando al volcán.

Mientras más local, mejor. Decidimos alquilar 3 kayacs (estábamos Juan, Kathleen y yo) y nos lanzamos lago adentro. Debo admitir que este paseo ya lo había hecho anteriormente, pero no tenia intenciones de comenzar a escribir un blog, por lo que revivirlo nuevamente fue necesario para expresar con palabras frescas esta increíble experiencia.

El lago, como es de esperarse, está a un nivel inferior. Cuando lo hice la primera vez, en enero de este mismo año, nos montamos en el kayac en una rampa que hay de cemento, a la orilla del lago. En esta ocasión, abril 20 de 2017, nos montamos más abajo del pequeño muelle con la rampa, eran puras piedras ya.

El oleaje del lago depende del viento que haga y de los pequeños botes y lanchas que pasan por él. Empezamos a remar con facilidad, no había nada de viento y era perfecto. El lago tiene una extensión de 85km, por lo que podíamos ir a cualquier parte. Escogimos una pequeña isla que se encontraba en el medio. Encayamos, descendimos y no tuvimos paso a ningún lado. Descansamos y arrancamos de nuevo.

Este vez si había brisa, demasiada para ser sincera. Estaba demasiado difícil remar, se sentía como si estuviéramos haciendo un esfuerzo grandísimo para solo avanzar un poco. Paramos para comernos una galleta. ¡Grave error! El viento nos empujó todavía más lejos y tuvimos que remar muchísimo más.

Nada del otro mundo, una aventura súper. A mitad de camino ya los brazos están cansados, queman con cada remada. Es un ejercicio buenísimo, pero hay que practicarlo más seguido.

Luego de habernos alejado lo suficiente, consideramos que era momento de darnos un baño.

El agua estaba a la temperatura perfecta, (y eso que yo soy friolenta). ¿Alguna vez han nadado un un lago? Es dificilísimo, cuesta demasiado. ¿Saben por qué? Yo tampoco sabía, pero la curiosidad no me dio otra alternativa que investigar. Resulta que más de las 3/4 partes de nuestros cuerpos están compuestas por agua, pero contenemos otras sustancias que son más pesadas que esto. El agua dulce es más ligera que la salada, con las otras sustancias de nuestro cuerpo, pesamos más que el agua y tendemos a hundirnos. En cambio el mar tiene sales disueltas, como nuestro cuerpo.

Inmediatamente después disfrutamos de unas deliciosas pipas – agua de coco – para refrescarnos, después de todo, teníamos dos hora haciendo ejercicio. Y nos fuimos directo a comer.

Esta vez decidimos parar en comida italiana. Anche io es el nombre del lugar escogido para saciar nuestro gran deseo, luego de dos horas de ejercicio, de comer algo mega delicioso. Es un restaurante cuya entrada asimila la entrada a un castillo o edificio antiguo de piedras. A los lados tienen unas enredaderas que cuelga por otra la pared, dándole un aspecto perfecto para aparentar estar en otro lado.